En algún momento de nuestra vida llega esa persona que nos vuela la cabeza, que nos hace sentir entre nubes, que nos hace olvidarnos de todo con tan solo una palabra, la que nos inspira, idiotiza y debilita. Esa es la persona por la cual nosotros podríamos hasta morir, por la cual saltamos sin antes ver que hay abajo, por la cual damos todo sin importarnos nada.
Todo empieza cuando tenía 9 años, un compañero mío de la escuela, un juego de chicos al principio, el típico " me gusta ". Nada serio para ese entonces, estábamos en cuarto grado ¡¿cómo podía ser serio?! Sin embargo, lo era. Ese nene me tenía encantada, todo lo veía perfecto en él aunque no lo fuera. Recuerdo como mis cachetes se enrojecían cada vez que me miraba o hablábamos, como temblaba cuando nuestras manos sin querer se rozaban, como desde mi interior miles de mariposas se descontrolaban ante el mínimo contacto. La parte más linda era que él sentía lo mismo.
Me di cuenta que realmente estaba enamorada a los 11 años, fue ahí cuando me di cuenta que era él por quien yo daría todo. Fue ahí cuando sentí que él se había olvidado de mí completamente, él hacía su vida y yo no estaba incluida en ella. Seguíamos siendo chicos.
A los 14 años volvimos a hablarnos, nunca me había olvidado de él. No había llegado ningún chico que me haga sentir lo que él. Me enamoré perdidamente.
Nos dimos nuestro primer beso, mi primer beso. La espera había valido la pena, era la persona más feliz del mundo. Pero no todo fue siempre pura alegría, somos dos personas que tienen personalidades muy distintas por lo que las discusiones fueron lo que mas abundó entre nosotros, siempre. El motivo por el cual no llegamos a ser mas que "amigos". Nos volvimos a separar por un tiempo.
¿Qué decir? Estaba destruida. La primera vez que lloré por amor. No podía creer como podía caer tan rápido, cómo en un segundo toda mi felicidad se desvanecía. Pasaron meses, hasta que se decidió a volver y yo estaba ahí, esperándolo como siempre. Esta vez era distinto, estaba decidido.
Nos pusimos de novios un 3 de mayo, estaba completa. Nunca sentí tanta felicidad, nunca me sentí tan viva. Me enamoré todavía más. Pero después de un mes, sin previo aviso, me dejó. No puedo explicar como me sentía, sentí que todo el mundo caía y yo caía con él, me sentía extraña no era yo. Se me hacía difícil verlo, y lloraba noches en silencio preguntándome ¿qué había hecho mal?
Pasaron meses, otra vez, y como ya de costumbre volvió. Volví a caer en el cuento del "te prometo que va a ser diferente". Un 2 de noviembre nos pusimos de novios, por segunda vez. Confirmé que era el amor de mi vida, estaba más enamorada que antes pareciera que el tiempo solo hacía que yo lo ame mas y mas. Era demasiado bueno para ser verdad, por lo que como era de esperarse, me dejó ¿algo peor que esto? Sí, me dejó por que empezó a sentir cosas por otra persona ¿pueden imaginarse cómo me sentía? La persona que amaba me dejaba para hacer su vida con otra, no podía seguir, sentía que nada tenía sentido, estaba destruida y no había nada que hiciera sentirme mejor. Todavía no lo supero.
Tuvimos nuestros encuentros después, pero ninguno apuntó a nada serio, no quiere compromisos. Siento que se olvidó de mí y es lo que más me duele, porque en mi nada cambió. Rompió mi corazón miles de veces y yo sigo estando, esperando. Podría esperarlo toda la eternidad, pero hasta la persona más enamorada se cansa de esperar. ¿Debería insistir por él? Quizás si, pero el miedo a fracasar es más grande.
No tengo dudas de que él es mi primer amor y se que por más que intente nunca me voy a olvidar de él. Se que si mañana él me pide una nueva oportunidad no voy a poder resistirme, probablemente esté mal pero nunca podría decirle que no. Es todo lo que quiero en la vida, y no me arrepiento de nada. Quizás sea la hora de despedirme para poder avanzar, pero solo voy a decir un "hasta luego".